
Europa ha encendido una chispa que podría marcar su futuro tecnológico: ASML, el gigante neerlandés de semiconductores, acaba de anunciar una inversión histórica de 1.300 millones de euros en Mistral AI, la startup francesa que aspira a competir con OpenAI. Esta operación eleva la valoración de Mistral a 11.700 millones y convierte a ASML en su principal accionista con un 11 % del capital. Es la mayor apuesta europea hasta la fecha para crear un actor propio en inteligencia artificial y marca un punto de inflexión: Europa no quiere limitarse a regular la IA, quiere desarrollarla y liderarla.
Europa ya demostró que puede construir campeones tecnológicos cuando existe visión y cooperación. Airbus nació de la unión de varios países europeos para competir con Boeing y hoy es líder mundial en aviación. Ese mismo espíritu debe guiar ahora la creación de nuevos líderes en inteligencia artificial, 6G y, más adelante, en otras tecnologías críticas como la computación cuántica. Sin ellos, seguiremos dependiendo de otras potencias para nuestra seguridad, economía y bienestar.
El desafío es enorme. En 2024, el mercado europeo de IA alcanzó los 66.400 millones de dólares, según Grand View Research, Inc, muy por debajo de Estados Unidos y China. Para 2030 podría triplicarse y superar los 200.000 millones, pero solo si Europa incrementa la inversión, retiene talento y supera la fragmentación que frena proyectos estratégicos.
En un mundo donde los datos y la tecnología son palancas de poder, cualquier cambio geopolítico (desde restricciones de acceso a recursos digitales hasta nuevos aranceles a servicios europeos) puede alterar el equilibrio global. Esta inestabilidad hace urgente fortalecer la autonomía tecnológica y aprovechar oportunidades como la creación de polos europeos de innovación, capaces de atraer talento e inversión y reducir nuestra dependencia de otros bloques.
El rumbo está marcado: o Europa lidera su futuro digital, o será cliente de la tecnología que otros diseñen. #digitalEconomyRocks