Una vida digital: A la ducha

ducha

Viernes, 1 de marzo de 2024.

Querido diario.

 (Viene del artículo “Una vida digital: ¡Buenos días!”)

A la ducha

Todavía un poco dormido, pero con la sensación de haber descansado lo suficiente, me dirigí al cuarto de baño sin saber que la próxima vez que lo hiciera, lo haría habiendo recibido una noticia que me cambiaría la vida para siempre. Pero bueno, vayamos paso a paso.

Ya en el baño, con la puerta cerrada y la insonorización activada, comenzaba mi ritual de todos los días. Hoy era la primera vez que probaba el nuevo escenario de bienvenida al cuarto de baño, y decididamente la combinación de iluminación, olor, temperatura e hilo musical me sugirió el Sistema había resultado bastante agradable. La ducha ya tenía el agua precalentada a mi temperatura y presión favoritas, por lo que no tardé mucho en meterme al lío y darme un buen baño. Lo dicho, no existe tecnología que mejore la sensación de una buena ducha a primera hora de la mañana.

Esto ya era otra cosa. Una vez duchado, y totalmente despierto, el Sistema configuró el escenario de secado y afeitado, por lo que la iluminación ya era completa y las noticias se escuchaban de fondo. Los deportes bien, la economía mal… vamos, lo de siempre. Lo que sí era positivo de verdad era el halo verde que rodeaba al espejo, y que indicaba que tanto las mediciones de peso y grasa corporal que me había tomado la ducha, como el análisis de orina del inodoro, estaba mucho mejor de lo que me esperaba tras la copiosa cena de ayer por la noche. Buenas noticias, en mayúscula.

Ya frente al espejo pude ver los detalles en su pantalla anti vaho. Todos los valores eran los adecuados y, lo mejor, en la competición social con mis amigos seguía manteniendo la medalla de plata en el campeonato para ver quién era el primero en llegar a su peso ideal antes del verano (en efecto, una operación bikini en toda regla). Además, a la vista de estos resultados, seguro que el Sistema incorporaría algún capricho en forma de carbohidratos en la siguiente compra automática que realizase para las cenas de este fin de semana.

Una vez seco y con las luces infrarrojas de secado desactivadas, poco me quedaba antes de silenciar las tripas que estaban comenzando a rugir (bendito sistema de insonoración). Gracias a la cámara del espejo y el sistema de realidad aumentada para guiarme en el perfilado de mi barba, el último acicalado fue cosa de minutos. Cortecito por aquí, ajuste por allá, y tras una revisión rápida de las portadas de los periódicos del día en la derecha del espejo, listos.

Bueno… realmente para estar totalmente listos me faltaría el cepillado de dientes, pero antes de eso,  ¡a desayunar! La tecnología puede esperar. Mi zumo de naranja recién exprimido, no.

Continuará.

 

Este artículo forma parte de una serie titulada “Una vida digital”, en donde describiré mi entendimiento sobre cómo podría resultar un posible día habitual dentro de diez años, en convivencia constante y transparente con una nueva generación de tecnologías inteligentes:

4 comentarios en “Una vida digital: A la ducha

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