Las cosas están cambiando. Negocios tan robustos hace pocos años como el de Nokia se tambalean, y empresas (pequeñas de capital pero grandes en su visión) emergen para redefinir las reglas de juego en todos los sectores.
Ya gestiones un hotel rural, vendas botas de montaña o conduzcas un taxi, seguro que habrás empezado a observar una nueva ola de clientes que demandan tus servicios de una manera un tanto diferente. Una nueva relación en donde las personas desean una interacción más social (“si no lo compartes, no lo has vivido” podría ser el leitmotiv de las nuevas generaciones); más local (“lo quiero aquí y ahora”); y sobre todo, a través de ese dispositivo que de media se consulta más de 150 veces al día: el móvil.
La transformación digital de tu modelo de negocio generará multitud de oportunidades, dirigidas tanto a hacer más eficientes tus procesos como a diferenciarte de la competencia. Y esto no puede quedarse en una palabra de moda más. Debe de entenderse como un nuevo ADN digital en tu empresa que impacte en toda la cadena de valor: compras, operaciones y fuerzas de ventas. O dicho de otra manera, un genoma revitalizado que contemple todos los elementos de una estrategia digital:
- Las aplicaciones de negocio, a través de las cuales te relacionarás con tus clientes de una manera más personalizada, desde la palma de sus manos.
- Los datos, esencia de los nuevos modelos de negocio, considerada por muchos como el petróleo del siglo XXI.
- Los objetos, extendiendo la tecnología más allá del PC tradicional y contemplando nuevos dispositivos y sensores que te ayudarán a relacionarte con tus clientes.
- Las infraestructuras tecnológicas, sala de máquinas desde donde todo lo anterior será procesado, ya sea desde tu casa o desde la Nube.
- Y las personas, por supuesto, verdaderos agentes del cambio donde reside el éxito buscado.
Pero tranquilo, todavía estás a tiempo. Las reglas del juego se están escribiendo a medida que avanzamos. Si gestionas un hotel rural, que no te intimide Airbnb; si vendes botas de montaña que no te dé miedo Zappos; y si conduces un taxi no te sientas amenazado por Uber. La clave reside en ser consciente del punto de inflexión que vivimos y prepararse para el cambio.
Existen dos tipos de personas. Las que cuando se avecina un temporal construyen un molino de viento, y las que salen corriendo. Y se acercan tiempos de tormenta… ¿Qué vas a hacer tú?
¡Me gusta tu Post¡ Deja lugar a la reflexión. La realidad es la que es y es cierto que todo está cambiando.
Hoy parece que si no se comparte, no se vive… y esta es una reflexión que cojea. La vida (como decían los de Movistar) compartida, es más. ¡Pero un momento, no me compartáis una cantidad tan enorme de información que ni siquiera sea capaz de digerir! El hecho de que todo el mundo pueda compartir algo hace que sea más difícil distinguir las aportaciones de verdadero valor. Hoy, más que nunca, necesitamos aprender a identificar aquellas fuentes que nos hagan crecer; en definitiva, saber a quién mirar. Yo no tengo Twitter ni tengo Facebook, ni tengo Instagram, pero sé con quién vivir para no tener miedo a la llegada de esta tormenta. ¡Muy interesante el artículo sí señor!
Desde luego hay que montar un molino de viento cuando venga el temporal, pero con maderas y de manera artesanal. Vuelta a los orígenes.
¡Hola Mariano!
No a la «infobesidad» 🙂
Y ya sabes lo que opino sobre lo bueno que es compartir, pero ojo, más importante es vivirlo. Por mi parte, seguiré peleando por no caer en comidas en donde todos pongan el móvil en la mesa casi antes de sentarse.
Un abrazo,
Álex.
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