Viernes, 1 de marzo de 2024.
Querido diario.
¡Hoy ha sido un día inolvidable! Nunca hubiera pensado que lo que comenzó siendo un viernes habitual camino de la oficina, me reservara una sorpresa tal que hiciera de este 1 de marzo de 2024 uno de los mejores días de mi vida. Mis ganas por comenzar son indescriptibles, y la verdad es que no tengo miedo. Más hemos cambiado en esta última década, si simplemente comparásemos el cómo vivimos hoy en día con nuestra cotidianeidad hace solo un par de lustros, allá por el 2014.
Despertándome
La noche resultó ser muy tranquila y por fin pude disfrutar de un sueño reparador. Según mi pulsera, había conseguido dormir nada menos que cuatro ciclos completos, y eso se nota. Los últimos días había descansado menos tiempo del normal, e incluso había tenido que levantarme a mitad del último ciclo de sueño, por lo que mi cuerpo necesitaba cargar las pilas antes del fin de semana. Ahora que lo pienso, como siga adquiriendo hábitos de vida saludables a este ritmo, creo que tendré que hablar con mi compañía del seguro de vida para que me bajen la prima.
Por otro lado, la noche había cundido en el jardín. El servicio doméstico de energía había pujado en el Sistema Nacional de Microsubastas Energéticas por unos minutos a bajo coste, y aunque no les tocaba hasta mañana, los drones del jardín aprovecharon para cortar y replantar un césped que en pocos días sería la envidia del mismo Santiago Bernabéu.
Lamentablemente, toda la tranquilidad de la noche se desvaneció al amanecer con una inesperada tormenta. Y eso, viviendo donde vivimos, solo puede significar una cosa: atasco. Por suerte el servicio de despertador funcionó correctamente y los cristales de las ventanas se volvieron transparentes veinte minutos antes de lo habitual.
La tormenta estaba comenzando a amainar, y los rayos del sol me despertaron a la hora que el nuevo sistema que instalé la semana pasada había calculado. La verdad es que pensándolo un poco, que el sistema ajuste la hora tan bien no resulta muy complicado, ya que conoce de antemano la información meteorológica, el tráfico y la ubicación de mi primera reunión del día planificada en mi agenda personal.
Tras remolonear unos minutos entre las sábanas, por fin me levanté y me dirigí directo al cuarto de baño, guiado por las luces de cortesía que se iluminaban a mi paso. Eso sí, en completo silencio, ya que ese día yo era el primero en despertarme y las normas de protocolo programadas no conectaron el hilo musical con las noticias del día.
Como iba diciendo, directos al baño, ya que a esas alturas del día no existe tecnología que mejore la sensación de una buena ducha a primera hora de la mañana.
Continuará.
Este artículo forma parte de una serie titulada “Una vida digital”, en donde describiré mi entendimiento sobre cómo podría resultar un posible día habitual dentro de diez años, en convivencia constante y transparente con una nueva generación de tecnologías inteligentes:
- ¡Buenos días!
- A la ducha
- De camino al trabajo
- …
Alejandro, no tardes mucho en seguir con tu narración del día porque me dejas en ascuas, no veas que novela te estas marcando.
Jejeje… Muchas gracias por el apoyo 🙂