Viernes, 1 de marzo de 2024.
Querido diario.
(Viene del artículo “Una vida digital: De camino al trabajo”)
Al restaurante
La mañana en el trabajo ha resultado muy interesante, y aunque no lo parezca, sin mucha tecnología de por medio. Habitualmente reservamos la mañana de los viernes para reuniones presenciales, así como para interactuar con otros compañeros en la oficina. Y es que a veces, por mucha videoconferencia y sistemas de teletrabajo que tengamos en nuestras casas, es necesario estar cerca de tus compañeros, charlar, y tener la cercanía que en algunos casos el hecho de trabajar desde casa podría llegar a desgastar.
Reuniones por aquí, presentaciones internas por allá, y la mañana ya estaba casi cerrada. Del gran fin de semana que me esperaba solo me separaba una comida con los compañeros del trabajo. ¡A comer! Cerca de la oficina tenemos un par de restaurantes de confianza, pero dado el número de compañeros que íbamos a ir, esta vez nos decantamos por AcmeKitchen. Buena comida, ambiente agradable, y sobre todo una experiencia para sus clientes inmejorable.
Como utilizamos mi perfil virtual para hacer la reserva, fueron mis preferencias las que determinaron la hora y mesa asignada. Siempre busco un ambiente con buena iluminación y cierta privacidad en la sala, por lo que, a través del sistema de precios dinámicos del restaurante, se nos sugirió una buena mesa a una hora fuera de la afluencia máxima de clientes, y a buen precio.
Con todas las tareas finalizadas en la oficina, los compañeros y yo nos dirigimos al restaurante, dentro del cual nos dio la bienvenida una amable señorita y la omnipresente publicidad contextual –eso sí, mucho más discreta que en otros ambientes– y personalizada.
Una vez identificados todos los comensales, mientras degustábamos unas tapitas adaptadas a las necesidades alimenticias de cada uno, los despistados que todavía no habían pedido sus platos aceleraban para hacer su selección en base a sus preferencias y estados físicos actuales. Lo demás charlábamos animadamente sobre los planes que teníamos para el fin de semana (¡demasiados partidos de baloncesto y fútbol sala para las canas que juntábamos entre todos!).
Lo importante era lo importante, así que era el momento de centrarnos en la carne y dejar los gadgets y la tecnología para otro momento. Acepto comer con los cubiertos inteligentes, pero no acabo de ver eso del implante en la muela para controlar la alimentación.
Buena comida, mejor conversación, y estamos listos para comenzar el fin de semana. Y lo mejor, ¡nos fuimos sin pagar! Tranquilos, todo controlado. Como ya estábamos identificados, todo quedó registrado en nuestro perfil. Solo me quedaba por recoger un pequeño paquete que había comprado por Internet y que automáticamente se había identificado a AcmeKitchen como punto de entrega, librándome de gran parte de los gastos de envío. Eso sí que es una experiencia data driven y customer focused.
Ahora sí… ¡que comience el fin de semana!
Continuará.
Este artículo forma parte de una serie titulada “Una vida digital”, en donde describiré mi entendimiento sobre cómo podría resultar un posible día habitual dentro de diez años, en convivencia constante y transparente con una nueva generación de tecnologías inteligentes:
Al restaurante
…
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