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Impresiones en 3D

3DPrinting

De manera más o menos recurrente los medios de comunicación suelen hacerse eco de nuevas tendencias tecnológicas que prometen cambios significativos en nuestra manera de vivir o de hacer negocios. Disrupciones que, cuando se materializan en un objeto físico concreto como por ejemplo unas gafas o un coche (por supuesto, todos con la omnipresente etiqueta de “inteligente”), generan noticias atractivas para el espectador y ayudan a llenar los telediarios.

Y si esto ocurre con un mero objeto, ¡qué pensar sobre otras innovaciones que ayuden a “imprimir” objetos en el propio salón de tu casa! Hablo de las impresoras 3D.

Aunque la tecnología que sustenta la impresión 3D existe desde los años 80, en los últimos años ha cobrado un inusitado protagonismo por la presencia de alternativas a precios muy asequibles, que van desde los 500 euros, y permiten tener una impresora tridimensional en tu propia casa. Ahora bien, ¿será un producto atractivo en el mercado doméstico? ¿Qué oportunidades brindará en el panorama empresarial? ¿Y qué hay sobre los retos que supondrá este tipo de innovaciones en cuestiones tan importantes como la seguridad o la propiedad intelectual?

Muchas preguntas encima de la mesa, pero pocas respuestas claras a día de hoy. A día de hoy, la técnica que permite la “adición” o impresión de objetos está consolidada, pero todavía le falta para considerarla madura. Existen muchas investigaciones para crear nuevas resinas como los termoplásticos, los fotopolímeros u otras más exóticas como el chocolate para imprimir alimentos comestibles que facilitarán la detección de nuevas oportunidades de uso, aunque ya comienzan a compartirse algunos casos de éxito muy relevantes, como por ejemplo:

  • La salud, llevando a la realidad ejemplos como la reciente impresión de un cráneo en tres dimensiones para su implante en una paciente holandesa con una enfermedad degenerativa.
  • La industria y los equipos de ingeniería, facilitándoles la creación de prototipos de bajo coste y en un tiempo record.
  • El comercio minorista, permitiendo la impresión de objetos sencillos cuyo valor principal reside en el diseño, como los casos ya existentes de moda, decoración o simples carcasas de móvil.

Pero también de otros menos atractivos, como el inquietante caso de impresión de armas de fuego sin elementos metálicos y más complicados de detectar en los controles rutinarios; o las sinergias con otras tecnologías como el escaneo 3D con gafas inteligentes tipo Google Glass de objetos a la vista, o incluso de personas.

En definitiva, un mundo complejo por descubrir con un reparto casi a partes iguales entre los beneficios que podrá aportar en el campo domestico y sobre todo empresarial, así como de retos a solventar en el medio plazo en donde destaca la gestión de la seguridad en sus múltiples vertientes como la propiedad intelectual o la privacidad.

Muchos han comprendido la necesidad de reflexionar sobre ello, y grandes de la impresión tradicional como HP han prometido exponer su propuesta de valor dentro de unos meses (punto positivo para ellos por establecer el centro internacional de I+D de impresiones 3D en su sede de Barcelona). ¿Aprovechamos y reflexionamos nosotros también?

Una vida digital: De camino al trabajo

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Viernes, 1 de marzo de 2024.

Querido diario.

(Viene del artículo “Una vida digital: A la ducha”)

De camino al trabajo

Después de un buen desayuno las cosas se ven de otra manera (por algo dicen que es la comida más importante del día). No obstante, esta mañana no tocaban grandes homenajes, y mientras acababa de vestirme, el robot de cocina terminó de preparar a tiempo el desayuno que el Sistema me había recomendado. Cereales de avena con leche y zumo recién exprimido de las naranjas que llegaron de la compra automática de ayer por la noche, y que hacía menos de veinticuatro horas eran parte de un naranjo valenciano.

Últimos retoques delante del espejo, y ya estaba listo para comenzar la jornada. ¡A la oficina! Y es que para un día que iba a la semana y no teletrabajaba desde casa, no fuéramos a llegar tarde. Mañana del viernes condensada de reuniones que requerían ser presenciales, pero productiva donde las fuera. Sí señor.

Con la puerta ya cerrada y los tres pitidos inconfundibles que indicaban cómo el Sistema comenzaba a configurar la casa con los escenarios de seguridad y limpieza programados, no quedaba más que despedirse amablemente del conserje y enfilar hacia el centro de la ciudad.

Todavía quedaban unos minutos para que el autobús que había solicitado llegara a la puerta de mi casa, pero ya me encontraba expectante por ver cuál de las personas que se me había sugerido había confirmado su asiento junto a el mío. Por ser honestos, este era uno de los momentos más divertidos de las mañanas de los viernes.

Desde hacía unos meses había desterrado el coche al garaje para este tipo de trayectos, y confiaba en una plataforma de transporte colaborativo en la que solicitaba un trayecto desde mi vivienda hacia la oficina en un rango de horas determinadas, y junto al resto de usuarios que pudieran estar interesados en una trayectoria similar, pujábamos para determinar la ruta final y el ir más directo o con más rodeos a nuestros destinos. Esto estaba muy bien por la parte económica y ecológica (aparte de ser un transporte compartido era eléctrico), pero lo que más me gustaba era la posibilidad de conocer a nuevas personas de interés en tus círculos sociales y viajar con ellos en asientos contiguos si aceptaban.

Al principio sonaba un poco extraño, pero gracias a las ocasiones en las que me decidí a viajar de esta manera tuve la oportunidad de compartir viaje con un par de personas muy interesantes: una en el ámbito profesional que trabajaba en un potencial cliente; y otra que me ayudaría a mejorar idiomas, pues era un francés recién trasladado y convenimos en hacer dos trayectos al mes juntos, uno hablando su idioma y otro el mío. Eso sí, tengo que confesar que por ahora solo lo he probado dos veces. En el resto de ocasiones, la única compañía había sido el café con leche que había reservado y me estaba esperando humeante en el reposabrazos de mi asiento.

Un trayecto rápido, seguro, con compañía interesante… y ya estábamos en el centro de la ciudad. Peatones dormidos por aquí, publicidad contextual que siempre me recordaba a alguna escena de Minority Report por allá, y ¡la oficina! Y como todavía no se ha inventado tecnología que reemplace mi propio trabajo, no quedaba otra opción que entrar e iniciar la jornada laboral.

8:00AM, comenzábamos la primera reunión.

Continuará.

 

 

Este artículo forma parte de una serie titulada “Una vida digital”, en donde describiré mi entendimiento sobre cómo podría resultar un posible día habitual dentro de diez años, en convivencia constante y transparente con una nueva generación de tecnologías inteligentes:

¿Tienes un Chief Digital Officer?

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21/3/2014, BBVA cambia su organización para acelerar la transformación digital…

26/2/2014, Telefónica impulsa su transformación total en una Telco Digital…

Algo empieza a cambiar en el panorama empresarial español. Lo que hasta hace poco eran palabras bonitas y buenas intenciones sobre cómo abordar la transformación digital de nuestras organizaciones, paulatinamente comienza a verse traducido en hechos concretos. Cambios que pretenden alterar el ADN de estas empresas y que están impactando en sus modelos organizativos, su liderazgo y hasta su cultura corporativa.

Vivimos un cambio de época, no una época de cambios:

  • Si estás perdiendo cuota de mercado porque de repente tus productos ya no son relevantes; si estás viendo cómo nuevos competidores o audaces innovadores comienzan a robarte clientes que te habían sido fieles desde hace mucho tiempo; si te mueves en una industria como la turística en donde el sector tradicional perdió 250 millones de dólares en 2012 en París por la incursión de Airbnb… ¿no crees que necesitas un cambio?
  • Si estás perdiendo contratos porque no consigues igualar las capacidades ofrecidas por tus competidores; si estás rechazando oportunidades de negocio porque no consigues diseñar el business case que alcance los márgenes de beneficio esperados;  si tu ámbito son las concesiones y quieres entender cómo poner en valor nuevas tecnologías de sensorización para aumentar tu cuota de mercado y ser una plataforma de servicios hacia terceros… ¿no crees que necesitas un cambio?

Desde mi punto de vista, no hay que ser un gurú para entender cómo las reglas del juego están cambiando en muchos sectores, y esto es debido en gran parte al poder de la transformación digital. Potencial que se concreta en nuevas ventajas competitivas a través de elementos físicos como la Internet de las cosas o la impresión 3D, que redefinirán el rol de la tecnología en nuestras empresas.

Parafraseando a Gartner en uno de sus informes más recientes Agenda Overview for Digital Business, 2014 esto se refleja en el poder de la fusión de los mundos físicos y digitales, a través de estrategias tecnológicas que contemplan Personas, Negocios y Objetos de una manera exitosa.

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Ahora bien, ¿cómo comenzar a dar los primeros pasos en esta aventura? Para gustos los colores, pero a día de hoy ya podemos confirmar que existen casos de éxito basados en estrategias del cambio más o menos ambiciosas.

Por un lado, existen una serie de empresas -pocas en España, por ser honestos- que están comenzando a incluir en sus organigramas el rol del CDO o Chief Digital Officer. Esta figura, con asiento de manera habitual en los Consejos de Dirección de las empresas que se atreven a dar este paso, cuenta con responsabilidades globales sobre todas las áreas de la organización en el ámbito de la transformación digital. No obstante, aunque sí suele contar con capacidad de coordinación y liderazgo de este tipo de iniciativas, no cuentan con una P&L propia ni con equipos más allá de su propia persona.

Por otro lado, existen otras empresas que han decidido realizar un cambio más profundo dentro de su organización, y han decidido dar un especial protagonismo a la unidad de negocio responsable del terreno digital. Eso sí, entendiendo el ámbito digital como algo más allá del marketing o el comercio electrónico, y contemplando el desarrollo de otras evoluciones de su cadena de valor tradicional en el mundo de los ceros y los unos.

Desde mi punto de vista, independientemente de la manera que elijas abordar el cambio, lo más importante es comenzar a hacerlo. El mirar hacia otro lado no creo que sea una opción, y no vale escudarse en la posición de fortaleza desde la que se parta. Otros más grandes han caído.

Para un segundo; reflexiona sobre el futuro digital de tu negocio; reorganízate y ¡a por ello! Si no, otro lo hará por ti.

Una vida digital: A la ducha

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Viernes, 1 de marzo de 2024.

Querido diario.

 (Viene del artículo “Una vida digital: ¡Buenos días!”)

A la ducha

Todavía un poco dormido, pero con la sensación de haber descansado lo suficiente, me dirigí al cuarto de baño sin saber que la próxima vez que lo hiciera, lo haría habiendo recibido una noticia que me cambiaría la vida para siempre. Pero bueno, vayamos paso a paso.

Ya en el baño, con la puerta cerrada y la insonorización activada, comenzaba mi ritual de todos los días. Hoy era la primera vez que probaba el nuevo escenario de bienvenida al cuarto de baño, y decididamente la combinación de iluminación, olor, temperatura e hilo musical me sugirió el Sistema había resultado bastante agradable. La ducha ya tenía el agua precalentada a mi temperatura y presión favoritas, por lo que no tardé mucho en meterme al lío y darme un buen baño. Lo dicho, no existe tecnología que mejore la sensación de una buena ducha a primera hora de la mañana.

Esto ya era otra cosa. Una vez duchado, y totalmente despierto, el Sistema configuró el escenario de secado y afeitado, por lo que la iluminación ya era completa y las noticias se escuchaban de fondo. Los deportes bien, la economía mal… vamos, lo de siempre. Lo que sí era positivo de verdad era el halo verde que rodeaba al espejo, y que indicaba que tanto las mediciones de peso y grasa corporal que me había tomado la ducha, como el análisis de orina del inodoro, estaba mucho mejor de lo que me esperaba tras la copiosa cena de ayer por la noche. Buenas noticias, en mayúscula.

Ya frente al espejo pude ver los detalles en su pantalla anti vaho. Todos los valores eran los adecuados y, lo mejor, en la competición social con mis amigos seguía manteniendo la medalla de plata en el campeonato para ver quién era el primero en llegar a su peso ideal antes del verano (en efecto, una operación bikini en toda regla). Además, a la vista de estos resultados, seguro que el Sistema incorporaría algún capricho en forma de carbohidratos en la siguiente compra automática que realizase para las cenas de este fin de semana.

Una vez seco y con las luces infrarrojas de secado desactivadas, poco me quedaba antes de silenciar las tripas que estaban comenzando a rugir (bendito sistema de insonoración). Gracias a la cámara del espejo y el sistema de realidad aumentada para guiarme en el perfilado de mi barba, el último acicalado fue cosa de minutos. Cortecito por aquí, ajuste por allá, y tras una revisión rápida de las portadas de los periódicos del día en la derecha del espejo, listos.

Bueno… realmente para estar totalmente listos me faltaría el cepillado de dientes, pero antes de eso,  ¡a desayunar! La tecnología puede esperar. Mi zumo de naranja recién exprimido, no.

Continuará.

 

Este artículo forma parte de una serie titulada “Una vida digital”, en donde describiré mi entendimiento sobre cómo podría resultar un posible día habitual dentro de diez años, en convivencia constante y transparente con una nueva generación de tecnologías inteligentes:

Sobre la gamificación – For the Win

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Everything in the future online is going to look like a multiplayer game.
— Google chairman Eric Schmidt

Hace poco pude terminar de leer “For the Win (How Game Thinking Can Revolutionize Your Business) de Kevin Werbach y Dan Hunter, que tenía pendiente desde que participé en su MOOC de Coursera, y la verdad es que me ha parecido bastante interesante. Sin lugar a dudas, creo que será un tema que dará “mucho juego” durante los próximos años.

Y es que si ya cuesta explicar algunas tendencias novedosas que van surgiendo a lo largo de los años, en algunos casos como este el concepto va acompañado de un palabro de lo más peculiar. “Gamification” que dicen en inglés, en actual búsqueda de buena traducción al idioma de Cervantes (ludificación, gamificación…). A ello me aventuro.

Qué podríamos entender por gamificación

Un empleado en un centro de atención telefónica cansado de realizar tareas rutinarias día tras día; una comunidad de usuarios cabreada con su compañía de móviles por la mala interlocución a la hora de resolver una incidencia; una empresa de telecomunicaciones con importantes costes por la correspondencia postal con sus abonados…

¿Crees que se podría ayudar en alguno de estos casos a través de técnicas que hasta ahora sólo se habían reservado para los juegos? Espera un segundo, antes de responder echa un vistazo a este video:

La diversión puede ayudar a mejorar determinados comportamientos, y qué mejor manera de divertirse que a través de los juegos. Independientemente del sector en donde te encuentres, existen técnicas derivadas de los juegos que podrían ayudarte a captar, motivar y fidelizar a tus empleados y clientes:

  • ¿Qué pasaría si los agentes telefónicos compitieran por ser los primeros en un ranking público para toda la empresa, ganando puntos por cada llamada con un cliente satisfecho por el servicio recibido?
  • ¿Y si la propia comunidad de usuarios se ayudara entre ellos mismos, respondiendo a las consultas rápidamente, logrando así insignias virtuales en sus perfiles que les calificaran como usuarios maestros?
  • ¿Serviría de algo apelar al respeto por el medioambiente y al planeta cuando se pidiera eliminar la correspondencia en papel, informando al cliente del número de árboles ahorrados y de su contribución para un futuro mejor?

Las reglas de la motivación

El poder de la motivación es asombroso, y esa es la clave de la ludificación. Y creo que cada uno de las reflexiones que se hagan en este sentido tendrá más éxito a medida que las personas implicadas se encuentren más o menos motivadas.

Desde un punto de vista interno (motivación intrínseca), contemplando incentivos personales inherentes a nuestra propia persona, que son los más comunes. Por ejemplo, “responderé a esta llamada más amable porque si este cliente me valora bien conseguiré los cinco puntos que me faltan para aparecer como mejor agente telefónico en la intranet del trabajo”

Desde un punto de vista externa (motivación extrínseca), contemplando motivos que impulsan a la acción externos al individuo y ayudan a cambiar realmente el patrón de comportamiento, resultando los más efectivos. Por ejemplo, “mañana llamaré para que no me envíen más correspondencia en papel y sea siempre por Internet, salvando algunos árboles de la tala y ayudando a mejorar el planeta”

Los elementos del juego

A estas alturas de la película, seguro que ya habrás imaginado unos cuantos ejemplos –extraídos de algún juego tradicional o de otros más modernos– que podrían aplicarse a otros entornos en la línea comentada. Avatares virtuales en la empresa, desbloqueos de niveles por logros en la educación, o equipos virtuales son algunos de ellos, con experiencias reales ya realizadas y resultados interesantes a analizar.

Pero en este caso, Werbach y Hunter destacan tres muy concretos: Puntos, Insignias y Tablas de clasificación (PBL en inglés). Elementos que estamos muy acostumbrados a ver hoy en día, pero que implantados en entornos empresariales a través de metodologías como las propuestas por los autores bajo el título «Gamification Design Framework» podrían resultar más potentes de lo que nos imaginamos.

En definitiva, técnicas y estrategias que como ya hemos visto en algunos ejemplos, pueden llegar a ser los vehículos adecuados para que estudiantes, empleados o clientes encuentre factores de motivación adicionales y adopten nuevos comportamientos. Esto es gamificación. ¿Jugamos?

Una vida digital: ¡Buenos días!

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Viernes, 1 de marzo de 2024.

Querido diario.

¡Hoy ha sido un día inolvidable! Nunca hubiera pensado que lo que comenzó siendo un viernes habitual camino de la oficina, me reservara una sorpresa tal que hiciera de este 1 de marzo de 2024 uno de los mejores días de mi vida. Mis ganas por comenzar son indescriptibles, y la verdad es que no tengo miedo. Más hemos cambiado en esta última década, si simplemente comparásemos el cómo vivimos hoy en día con nuestra cotidianeidad hace solo un par de lustros, allá por el 2014.

 

Despertándome

La noche resultó ser muy tranquila y por fin pude disfrutar de un sueño reparador. Según mi pulsera, había conseguido dormir nada menos que cuatro ciclos completos, y eso se nota. Los últimos días había descansado menos tiempo del normal, e incluso había tenido que levantarme a mitad del último ciclo de sueño, por lo que mi cuerpo necesitaba cargar las pilas antes del fin de semana. Ahora que lo pienso, como siga adquiriendo hábitos de vida saludables a este ritmo, creo que tendré que hablar con mi compañía del seguro de vida para que me bajen la prima.

Por otro lado, la noche había cundido en el jardín. El servicio doméstico de energía había pujado en el Sistema Nacional de Microsubastas Energéticas por unos minutos a bajo coste, y aunque no les tocaba hasta mañana, los drones del jardín aprovecharon para cortar y replantar un césped que en pocos días sería la envidia del mismo Santiago Bernabéu.

Lamentablemente, toda la tranquilidad de la noche se desvaneció al amanecer con una inesperada tormenta. Y eso, viviendo donde vivimos, solo puede significar una cosa: atasco. Por suerte el servicio de despertador funcionó correctamente y los cristales de las ventanas se volvieron transparentes veinte minutos antes de lo habitual.

La tormenta estaba comenzando a amainar, y los rayos del sol me despertaron a la hora que el nuevo sistema que instalé la semana pasada había calculado. La verdad es que pensándolo un poco, que el sistema ajuste la hora tan bien no resulta muy complicado, ya que conoce de antemano la información meteorológica, el tráfico y la ubicación de mi primera reunión del día planificada en mi agenda personal.

Tras remolonear unos minutos entre las sábanas, por fin me levanté y me dirigí directo al cuarto de baño, guiado por las luces de cortesía que se iluminaban a mi paso. Eso sí, en completo silencio, ya que ese día yo era el primero en despertarme y las normas de protocolo programadas no conectaron el hilo musical con las noticias del día.

Como iba diciendo, directos al baño, ya que a esas alturas del día no existe tecnología que mejore la sensación de una buena ducha a primera hora de la mañana.

Continuará.

 

Este artículo forma parte de una serie titulada “Una vida digital”, en donde describiré mi entendimiento sobre cómo podría resultar un posible día habitual dentro de diez años, en convivencia constante y transparente con una nueva generación de tecnologías inteligentes:

Una educación digital 3.0

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Decir que la Educación es uno de los pilares fundamentales en el desarrollo de la sociedad podría resultar una obviedad para muchas personas, pero entendiendo la situación actual en la que nos encontramos y los retos digitales que acechan en el corto plazo, creo que alguna reflexión al respecto merece la pena.

Vivimos tiempos de cambio. Cada año que pasa nuevas tecnologías se instalan en nuestras vidas, y con ellas nuevas necesidades en las empresas para entenderlas, desarrollarlas y gestionarlas de la manera más adecuada posible.

¿Qué cambios deberían aplicarse sobre la Educación para adaptarse a las necesidades sociales, económicas y tecnológicas del siglo XXI? ¿Qué papel jugarán los profesores y los propios estudiantes en esta empresa? Aunque personalmente no me aventuraré a responder a estas preguntas, sí me atrevo a confirmar que algo tendremos que mojarnos si queremos estar bien posicionados en un futuro cercano.

¿Cómo nos encontramos hoy en día?

Que la situación actual –exceptuando el rara avis que resulta la escuela de negocios española– es mejorable creo que está fuera de duda alguna, aunque en mi ánimo no está el realizar un repaso catastrofista de las estadísticas internacionales. Por otro lado, si hablamos sobre el mundo de la empresa y las universidades corporativas, es difícil encontrar ejemplos de éxito que se alejen de escenarios a mínimos repletos de coloridos Power Points.

Pero como se suele decir, esto ya está descontado. Lo importante es mirar hacia adelante y entender cómo estamos viviendo un doble punto de inflexión, en donde podremos encontrar las respuestas al qué y cómo enseñar en la nueva era digital en la que nos estamos adentrando.

¿Qué enseñar en una nueva era digital?

La guerra por el talento digital ha comenzado. Y ya estemos hablando de escuelas secundarias o de universidades corporativas, la reflexión está encima de la mesa. ¿Qué podría aportar el enseñar programación a los niños en los colegios, como defiende el propio Obama? ¿Cómo podríamos inculcar un mayor espíritu de intraemprendimiento a nuestros estudiantes universitarios? ¿Qué otras capacidades aparte del análisis estadístico o del manejo de las redes sociales requerirán los profesionales de las empresas del siglo XXI? En mi opinión, la brecha entre los conocimientos actuales y las capacidades digitales requeridas en el futuro ya es una realidad, y el solventarlo será un tema capital –si no ya mismo– en pocos años.

¿Cómo enseñar en una nueva era digital?

Las posibilidades que brindará la transformación digital en el ámbito educativo serán impactantes. Podríamos hablar de contenidos multimedia, personalizados o gamificados; de canales móviles, realidades aumentadas o pizarras electrónicas. Pero sin duda, una de las tendencias actuales más prometedoras son los cursos masivos online (MOOCs).

Plataformas como Coursera o Udacity ya ofrecen catálogos de cursos gratuitos de calidad, y dejan entrever el potencial de este tipo de iniciativas. Ahora bien, ¿cómo gestionarán los centros educativos la internacionalización, y en concreto los españoles con uno de los idiomas más globales como activo? ¿Qué impacto tendrán nuevos paradigmas como la economía colaborativa y la formación peer-to-peer entre individuos? ¿Cómo podrán monetizar su conocimiento los centros privados y las personas que tengan algo que enseñar y quieran hacerlo?

 

Una gran ola de cambio digital se acerca a toda velocidad, y en nosotros está el sufrirla como un verdadero tsunami que arrase nuestra realidad profesional, o una oportunidad para tomarla y alcanzar el éxito. ¿Surfeamos juntos?

Surfing a digital wave, or drowning?

El lechero en bicicleta

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Villalomas es un pequeño pueblo con un animado mercado al que cada día acuden todos los vecinos. Allí, el vendedor que grita más alto y más fuerte es el que más vende. Hasta que un día llegan a la localidad unos extraños artilugios de metal, llamados «bicicletas», que cambiarán para siempre la vida de los habitantes del pueblo y que, sobre todo, alterarán por completo la rutina en el mercado.

Así comienza El lechero en bicicleta, un libro escrito por Franc Carreras y Jenny Jobring que llegó a mis manos hace unas semanas a través de varias recomendaciones en las redes sociales. Y tengo que decir que, aunque me esperaba un texto con un enfoque más práctico en alguno de sus capítulos, es una lectura fresca y recomendable.

Como dice la entradilla, la acción se centra en una pequeña comunidad con un mercado como verdadero corazón económico y social diario. Y es ahí donde nuestro amigo el lechero, lejos de replicar técnicas de otros tenderos o de gritar más fuerte sus ofertas, demostrará una gran actitud observando y buscando nuevas oportunidades.

En el caso de la fábula que nos ocupa, la oportunidad se materializa en forma de bicicleta. Gracias al nuevo descubrimiento, el comerciante no solo se acercará a sus clientes físicamente, sino que llegará a a conocerles mejor y les ofrecerá un servicio de mayor valor en la misma puerta de sus casas. Durante el viaje, el protagonista vivirá unas cuantas anécdotas pedaleando contra las opiniones de tenderos y resto de viandantes, valedores de antiguos statu quo como el de “el mercado de toda la vida”.

Desde mi punto de vista, El lechero en bicicleta es un libro sobre cómo debemos contar con la actitud necesaria para alejarnos de las ideas preconcebidas y ser receptivos al cambio. Desaprender, que es una palabra que está muy de moda. Lamentablemente, todos tenemos antiguos statu quo grabados a fuego en nuestra mente que, lejos de ayudarnos, limitan nuestra capacidad creativa para identificar nuestras propias bicicletas.

Y es que ya sea para adaptar nuestro trabajo diario a los nuevos entornos que vayan llegando, o simplemente para adecuarnos nosotros mismos al futuro estudiando y dotándonos de las nuevas capacidades necesarias, pienso que esta actitud receptiva al cambio es fundamental. Como dijo Eduardo Galeano, «al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos».

Una vida cuantificada

Una vida cuantificada

Si te gusta la tecnología y eres de esos a los que les va estar analizando todo lo que ocurre a tu alrededor, hay una novedad que no deberías dejar pasar: ¡cuantifica tu vida! Te servirá para aprender algo nuevo sobre ti, mejorarlo, y por qué no decirlo, comprender mejor una tendencia que en el medio plazo impactará en el modelo de negocio de más empresas de las que ahora imaginas.

En mi caso, la «cuantificación personal» empezó una intensa mañana de Reyes, cuando tres señores con barba tuvieron a bien regalarme una pulsera inteligente para monitorizar mi actividad diaria. Desde entonces, y tras más de 250 kilómetros caminados, se han registrado mis comidas, mis paseos y hasta mis patrones de sueño para intentar lograr una vida un poco más saludable.  Y por lo pronto, habiendo perdido 5 kilos que me sobraban, no me puedo quejar.

Por ahora una gran experiencia, sin duda. Y es que no hay que ser un gurú para entender la macro tendencia que indica cómo en pocos años todos estaremos conviviendo con este tipo de tecnologías. ¿Te imaginas una pulsera que registra tus ciclos de sueño y te sugiere cuándo irte a dormir para tener un descanso óptimo? ¿Y una lentilla que mide tu nivel de glucosa y te alerta de un nivel bajo en tu cuerpo? ¿Un cepillo de dientes que evalúa de manera silenciosa tu higiene bucal? Pues no imagines mucho más, porque todos estos son ejemplos reales que, de una manera divertida y social, te ayudarán a tener un nuevo punto de vista sobre tu cuerpo y tu día a día.

Estos nuevos ecosistemas personales darán mucho que hablar en el futuro, y más a medida que las tecnologías «vestibles» alcancen las cuotas de mercado que esperan sus fabricantes. La concentración de este tipo de dispositivos en ojos, muñecas o bolsillos parece razonable, y con la cantidad de información sobre los hábitos de comportamiento de sus dueños, la tendencia del self analytics parece prometedora.

Pero, además de interesarle al propio sujeto que registra información sobre su vida diaria, ¿quién más podría estar interesado en todo esto? Cada empresa será responsable de sus propias estrategias de negocio, pero si yo estuviera en sectores como el sanitario, el publicitario o el asegurador sin lugar a dudas dedicaría unos minutos a reflexionar sobre este tema.

Pero ojo, las cosas no son tan bonitas como podrían parecer en un principio. Con la prudencia necesaria a la hora de analizar este tipo de tendencias, se observan unos cuantos retos a salvar a corto plazo. El riesgo de los usuarios por la obsesión por el dato, la protección de la información o la garantía de la privacidad son solo algunos de los retos más destacables sobre los que trabajar durante los próximos años.

El pistoletazo de salida ya se ha dado, y muchas personas están comenzando a cuantificar sus vidas generando información y obteniendo valiosas recomendaciones para ellos. Como usuario, ¿te animas a conocerte un poco mejor y encontrar nuevas motivaciones para alcanzar una vida más saludable?

Las grandes empresas están comenzando a posicionarse, y organizaciones como Apple están incorporando a expertos en nutrición y sueño para desarrollar sus futuros productos. Como empresa, ¿te animas a ser parte activa en la redacción de las nuevas reglas de juego?

Your Sensored Life: An Expanded View of Quantified Self (Gartner blog)
Your Sensored Life: An Expanded View of Quantified Self (Gartner blog, by Michael Gotta)

¿Repensamos el turismo?

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Hace poco tuve la ocasión de acudir a FITUR, epicentro del sector turístico internacional por una semana, y tras unos días de reflexión, me queda claro que cuando hablamos de este sector estamos haciendo referencia a una de las joyas de la corona. Pero no por lo que es hoy en día, sino por lo que podría llegar a ser.

Justo el día antes de su inauguración se conocían los datos récord de 2013, cuando España recibió 60,6 millones de turistas extranjeros, un 5,6 % más que el año anterior, lo cual nos coloca como tercer mercado del mundo por detrás de Francia y Estados Unidos. Los datos son claros y gozamos de una increíble posición, más cuando los turoperadores internacionales replanifican vuelos charter cargados de amables turistas sin ninguna gana de experimentar la primavera árabe en sus propias carnes.

Pero… ¿son suficientes estos datos para confirmar el liderazgo durante los próximos años? ¿Estamos preparados para recibir a un nuevo tipo de turista digital,  grueso de las visitas a medio plazo? Porque si a estas alturas de la película no hemos entendido que dentro de poco (si no ya) las empresas del sector se enfrentarán a un nuevo tipo de consumidor socialmente conectado, híper-informado y demandante de servicios altamente personalizados, las cosas están peor de lo que me temía.

Y es que, al igual que en otros muchos sectores, este nuevo turista 3.0 busca una experiencia completa en todas las etapas de su compra, y no solo desde el mostrador de bienvenida hasta el check-out:

  • Cuando todavía está soñando con esa deseada escapada. Si casi un 70% de los futuros turistas navega y ve vídeos en línea antes de decidir su destino, ¿por qué no generar buenos contenidos y ofrecer una experiencia multimedia en nuestra web?
  • Cuando está planificando el viaje. Si un turista consulta de media unas 20 páginas antes de reservar los servicios turísticos en destino, ¿por qué no asumir la existencia de intermediarios y facilitar la integración de información y contenidos con ellos?
  • Cuando está disfrutando del viaje. Si más de la mitad de los clientes utiliza sus móviles y tabletas de alguna manera durante su viaje, ¿por que no facilitarle la conectividad, dentro e incluso más allá de las puertas giratorias del hotel?
  • Cuando al volver a casa lo está compartiendo en las redes sociales. Si más de un tercio de los turistas valora su experiencia y la comparte, ¿por qué no mimar sus opiniones y llegar a  vincular bonus de los responsables a esas valoraciones?

Pero la transformación digital no solo generará oportunidades para ayudar a diferenciarse de la competencia y ofrecer servicios más atractivos. Más allá de las impactantes habitaciones del futuro o de los edificios eco-inteligentes, esta nueva ola digital podría ayudar a analizar importantes retos del sector desde una nueva perspectiva.

¿Cuál es el papel de las OTAs y otros actores en la cadena de intermediación hasta el cliente final? ¿Qué estrategia de marketing y fidelización es más adecuada para ese micro-colectivo extraído de las redes sociales? O “simplemente” procesos internos como el acceso a la habitación de un hotel con el propio móvil, en donde además de resultar una comodidad para el huésped, generaría información sobre sus patrones de comportamiento y,  por ende, información sobre potenciales hábitos de compra.

Sin lugar a dudas nos esperan unos años apasionantes y, como dijo Françoise Giroud, “nunca creí que pudiéramos transformar el mundo, pero creo que todos los días se pueden transformar las cosas”. ¿Repensamos el turismo?