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El móvil ha muerto

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Algunos estudios recientes pronostican cómo en el año año 2020 habrá más personas con dispositivos móviles que con agua corriente. Otros proclaman a los cuatro vientos la “Regla del triple 90”: 90% de la población desarrollada con dispositivos móviles que, durante el 90% del tiempo no se aleja de 90 centímetros de él, noche y día incluidos. Pero, a riesgo de ir contra todas las estadísticas habidas y por haber, mi opinión es clara: el teléfono móvil ha muerto. O al menos, tal y como lo hemos conocido.

Dentro de pocos días Barcelona hospedará la Mobile World Congress, cita de referencia mundial en el ámbito de la movilidad con una afluencia esperada de más de 95.000 visitantes, y un eslogan más acertado que nunca: Mobile is everything. E igual es una pura cuestión de semántica, pero desde mi punto de vista estamos viviendo una época en donde el teléfono móvil se está desmaterializando tal y como lo hemos conocido, dejando de ser un dispositivo físico concreto (pocos botones, mucha pantalla y más potencia de cálculo que la que el Apolo XI necesitó para ir a la Luna) para convertirse en un potentísimo asistente personal ubicado en nuestro bolsillo, en nuestra muñeca o en nuestros ojos. Es decir, ubicuo en nuestras vidas.

“The most profound technologies are those that disappear. They weave themselves into the fabric of everyday life until they are indistinguishable from it” –Mark Weiser.

Aunque para ser sinceros, en mi opinión el cambio más relevante que veremos durante los próximos años no será algo físico -que también-, sino en la manera de interactuar con ellos. Cambia la interfaz y cambiarás el mundo, decía recientemente James McQuivey, analista de Forrester, hablando sobre las innovaciones que Microsoft está preparando en el campo de la visión holográfica.

Y es que desde mi punto de vista, la manera que tendremos de relacionarnos con los dispositivos tecnológicos del futuro estará basada en los cinco sentidos humanos:

  • La vista, permitiendo incorporar a lo percibido por nuestros ojos en el mundo físico una capa digital para incorporar (visión de pantallas holográficas…) o enriquecer (realidad aumentada…) lo observado a través de gafas, lentillas o otros dispositivos inteligentes por inventar. Analistas independientes como Digi-Capital estiman el mercado de la realidad aumentada en $120 billions para el año 2020.
  • El oído, facilitando una comunicación hablada y en lenguaje natural con una nueva generación de aplicaciones, así como nuevas técnicas de computación cognitiva que le permitan aprender de manera autónoma y relacionarse con nosotros de una manera más natural. Empresas españolas como Repsol y La Caixa ya están explorando sus posibilidades.
  • El tacto, logrando interactuar con la tecnología a través de nuestras manos y los gestos que podamos hacer con ellas, tal y como en ciertos contextos se comienza a llamar el “H2M” o human-to-machine.
  • Así como el gusto y el olfato, menos desarrollados en la ciencia actual pero con prometedoras oportunidades en la redefinición de la relación hombre-máquina como las nanopartículas comestibles para personalizar el sabor o las smelling screens.

Y el resto a la Nube. Porque a estas alturas todos asumimos que lo de menos es el hecho de “llamar”. Vestibles o no, parece que serán nuestros asistentes más personales, estableciendo una nueva relación entre hombres y máquinas, en donde quede claro quién está al servicio de quién.

Una era digital en donde este conjunto de nuevas tecnologías serán habilitadoras de nuevas oportunidades en las empresas reimaginando sus modelos de negocio, rediseñando las experiencias de sus empleados y clientes, y automatizando sus operaciones.

El móvil ha muerto. Larga vida al móvil.

¿Qué robot te sustituirá en el futuro?

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“En un mundo de coches que se conducen solos, algoritmos que predicen el futuro y agentes personales como Siri, ya sabemos que la inteligencia artificial cada día se está volviendo más inteligente. Pero aunque todos esos pequeños e ingeniosos dispositivos podrían hacernos la vida más sencilla, también resultarán una buena manera de convertir prestigiosas profesiones en algo obsoleto. ¿Te imaginas un mundo sin empleos?”

Así comienza Rise of the Robots: Technology and the Threat of a Jobless Future, un libro escrito por Martin Ford que llegó a mis manos hace unas semanas a través de un buen amigo, y que recientemente ha sido catalogado como libro de negocios del año por Financial Times y McKinsey. Sin duda, una lectura muy recomendable para estas Navidades, que aparte de ayudarte a reflexionar sobre oportunidades concretas que una nueva generación de tecnologías digitales generarán en las empresas, te hará reflexionar sobre el modelo de sociedad en la que paulatinamente nos estamos embarcando.

Una nueva ola de automatización

Si el siglo XIX supuso la automatización industrial y el XX la automatización de la información, autores como Ford consideran que durante el siglo XXI tendrá lugar la automatización de la sociedad. Y, sin lugar a dudas, esto generará muchas inquietudes y debate al respecto (anticipando este riesgo, el subtítulo del libro en el Reino Unido es “the threat of mass unemployment”).

Thomas Frey, analista tecnológico de renombre, incluso llega a pronosticar que más de un 50% de las profesiones actuales desaparecerán en menos de 15 años. Unos cálculos rápidos nos indican que, en caso de ser cierto, el 65% de los niños que accedan a la escuela primaria este mismo año ejercerían empleos que todavía no existen.

Una ola diferente a las anteriores

El discurso tradicional siempre nos ha hablado sobre cómo nuevas innovaciones han eliminado y eliminarán profesiones del pasado, pero crearían nuevas oportunidades laborales. No para Martin Ford.

Mientras que el desarrollo de la tecnología continúa acelerándose y las máquinas comienzan a cuidar de sí mismas, el autor argumenta cómo en el futuro serán necesarias menos personas para realizar las mismas -y nuevas- tareas, y por lo tanto, menos puestos de trabajo.

Una nueva generación de tecnologías disruptivas

En la actualidad, la inteligencia artificial está alcanzando el potencial necesario para convertir “buenos empleos” en algo obsoleto. Abogados, periodistas, financieros, e incluso programadores informáticos, estarían a punto de poder ser sustituidos por robots y software inteligente. Y siguiendo esta nueva línea evolutiva en la sociedad, trabajos de “cuello blanco y azul” se evaporarían, teniendo unos temibles efectos en la clase media y trabajadora.

Impacto en la sociedad tal y como la conocemos

Al mismo tiempo, los hogares -ya expuestos a grandes presiones económicas- verían reducidas sus capacidades de ingresos actuales, pero por contra se beneficiarían de la automatización digital de sectores clave tan cercanos como la sanidad y la educación, hasta ahora no transformadas en ninguno de sus componentes:

  • ¿Qué te imaginarías más fácil de automatizar en el futuro: un médico o una enfermera? Todo el conocimiento y criterio médico del mundo en un clic, versus la atención cercana y personal a un paciente.
  • ¿Crees que el modelo educativo y pedagógico actual es sostenible en el tiempo, y puede mantenerse a espaldas de la revolución digital?

El resultado podría ser un desempleo masivo y una mayor desigualdad; o por contra una mejor sociedad en donde sus personas se beneficien de los avances tecnológicos y disfruten de una mayor calidad de vida. Ford va un paso más allá y, en paralelo a su visión de un mundo sin empleos, sugiere una prestación universal garantizada a todos los habitantes para mantener el estado de bienestar. Tema de calado y profunda discusión.

 

En resumen, Rise of the Robots es una lectura muy recomendable para toda aquella persona que quiera entender qué implicaciones tendrá la aceleración tecnológica que estamos comenzando a observar, así como sus implicaciones económicas en nuestros hijos, familias, y por qué no decirlo, la sociedad.

¿Cuáles serán las profesiones del futuro? ¿Y cuántas serán realmente accesibles? ¿Quienes las obtendrán? Solo el tiempo nos dará la respuesta.